sábado, 1 de noviembre de 2008

te debo una dante


con dante medina bajo la imagen de frida en la cantina "los de abajo" de guadalajara, jalisco en 2006


otro de los textos que me llegó fue el que envió dante medina, si sefá era una lejana amiga perdida en principio de los tiempos, dante es una personalidad que a nadie deja indiferente y que llegó a mi vida -a diferencia de sefa- apenas hace un par de años.

este es su texto....

"Uberto, el pesado"

Que la amistad con Uberto siempre es literaria, pero que al mismo tiempo es extraliteraria, lo supe desde el día de nuestra primera borrachera juntos. Y supe que una de las cosas que le gustaría, mucho, en la vida, sería tener una casa grande, para que cupiera su corazón, y recibir en ella a sus amigos.
En el año 2006 (o sea que soy un recién llegado a la amistad de Uberto), después de algunos correos y una llamada telefónica, desembusé (iba yo en autobús) en Punta Umbría, donde tenía cita con un desconocido, y casi sentí miedo cuando, precisamente un desconocido se dirigió hacia mí para abrazarme como si me asaltara y quisiera dejarme fuera de combate a golpes de cariño intempestivo que remató con una cerveza. Era Uberto, el caradura de la siempresonrisa que se permite simultáneamente ser poeta y llamarse en español sin ache.
¿Cómo me reconoció? Traía en las manos un as arremangado: una foto mía, en un libro mío, publicado dos años antes, ¡que yo no conocía! La edición de Culito y Lugubrio, un cuento que había ganado un premio en el que Uberto había sido jurado, y que se publicó sin que yo lo supiera: Uberto me regaló su ejemplar, y luego iríamos juntos a Isla Cristina a rescatar, de la comisaría policíaca, algunos ejemplares para que yo pudiera presentarlo en México, sin que sepa yo hasta hoy qué delito de pecado nefando pudo haber cometido Culito en esos años de ausencia, o por qué perversiones macabras cayó Lugubrio en manos de la ley, o si eran inocentes ese par de personajes míos, y su delito consistió en ser unos sudacas sans papiers, ilegales como la edición misma. No lo sé, ni lo sabré, ni lo quiero saber, porque lo único que sí me interesa es mirar los hilos que mueve el marionetista de la cultura, Uberto, que tramoyísticamente liberan de las garras de los gendarmes un libro. ¿Cómo le hace? No hay respuesta. Los amigos de Uberto sabemos que él, tan transparente, vive bajo una bruma de misterios que son como cristales que encandilan.
Después, irremediablemente, Uberto, de amigo pasó a ser mi editor, porque soy heterosexual. Me sigue sorprendiendo cómo le hace Uberto para que sus amigos terminen siendo sus editados, y sus amigas terminen siendo sus amantes; ignoro si hay una tercera opción, o una opción doble, la de amig@s, que sean a la vez sus amantes y sus editados. A mí, humildemente, me hizo una preciosa edición de Dibujos al carbón de la flor y la abeja para Amy. Sólo de eso doy fe y testimonio.
Lo he visto mucho, desde entonces: en México, en España. En diversas ciudades, ferias del libro y encuentros de editores y escritores. He disfrutado el privilegio de tenerlo en mi mesa, en Guadalajara, compartiendo no el pan y la sal, sino las tortillas, el tequila, y el chile ("esa planta de la familia de las Solanáceas, cuyos niveles de capsicum determinan lo picante del chile", aclaración del chile, el otro chile mexicano). Y cada vez me quedo con una duda en la boca y un deseo, ambas dos cosas juntas, una tras otra, que saco ahora; una es: ¿de qué se ríe Uberto: o no conoce el mundo o lo conoce demasiado bien, el muy ladino? La otra, y ya con ésta me despido (como dicen los "corridos" mexicanos), es que quisiera regresarle el terrible abrazo que me dio al principio de este texto en Punta Umbría, porque es muy pesado de llevar tanto cariño, así que Uberto, te lo regreso desde México, hoy 15 de octubre, camarada, hermano.

Dante Medina