martes, 13 de enero de 2009

fabio miamo new york quintet


hace diez años fui a elche a dar una lectura de poemas, se trataba de un club jazz en el centro de la ciudad, a donde se accedía por una escalera excesivamente inclinada, como en las mejores versiones, a uno de esos espacios donde el piano parece que forma parte del tiempo más que del espacio. después de mi recital actuaba un pianista de jazz italo-canadiense llamado fabio miano del que nunca había escuchado hablar. mientras ordenaba los poemas se acercó y nos presentamos, hablamos de nuestros apellidos, de la diáspora italiana y de esas raíces siempre inciertas que nos acercan pero que nunca concluyen....
.- ¿oye quieres que te acompañe en la lectura?
.- sería un placer
.- ¿tienes alguna debilidad?
.- ¿puedes tocar algo de bill evans?
.- perfecto, me encanta

y así empezó una amistad que todavía nos persigue y nos reune de vez en cuando en los festivales de jazz que organizo en punta umbría. en estos diez años fabio ha subido a los escenarios del festival con distintas formaciones al menos en cuatro o cinco ocasiones, ya no recuerdo. desde el primer momento fabio se metió al público en el bolsillo, y supongo que aquí al igual que en otros muchos lugares de su dilata geografía: italia, españa, bélgica, canadá, estados unidos, etc, fabio escribe con su piano esa otra poesía sincopada de quienes saben leer entre líneas y beber entre amigos.

hoy al abrir el buzón encontré un sobre con su último trabajo "fabio miano new york quintet", el nuevo cd junto a jim rotondi, grant stewart (otro buen amigo del "jazz en punta"), john webber y joe farnsworth. el disco es una verdadera delicia para quienes dejamos que los sonidos suceden sin previo aviso en el interior de nuestras emociones, un trabajo serio y atractivo, cálido y lleno de sabores que dejan en tu interior la sensación de haber asistido en directo a la grabación del cd.

os dejo con un texto de jorge garcia (la vida termina por reunirnos a todos, fui profesor suyo en un seminario de estética hace 27 años) que seguro condensa y premia mejor el excelente trabajo de este gran músico de fondo (www.fabiomiano.com)


Fabio Miano New York Quintet es el resultado final de una provechosa gira llevada a cabo en abril de 2008 por distintas ciudades españolas, pero como casi todos los buenos discos tiene raíces más sólidas. Miano, Stewart y Rotondi son amigos y colaboradores desde hace muchos años. El pianista ha sido su acompañante preferido en las numerosas visitas a España de ambos; además con Stewart ya grabó Buen rollo (Fresh Sound, 1999), en cuarteto. Aunque Miano no había tocado tanto con ellos, Webber y Farnsworth fueron una elección natural, por su afinidad musical y su excelencia artística.

Fabio Miano nació en Italia, se educó en Canadá y Bélgica y echó raíces en España, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Quizá debido a la propia diversidad de sus raíces culturales el pianista es un convencido de que la corriente principal del jazz puede seguir siendo lengua común para músicos de todo el mundo, por encima de las fronteras y pese a la influencia creciente de los tintes nacionales en el jazz contemporáneo. Las anteriores grabaciones a su nombre ya han dejado clara esta apuesta por el jazz sin apellidos, tanto el dúo con el guitarrista Carlos Gonzálbez, Reflections (EGT, 1997), considerado hoy en día un disco casi legendario, como Pearsonally speaking (Xabia Jazz, 2001), un homenaje a Duke Pearson saludado por la crítica como mejor disco del año.

El mismo lenguaje escuchamos en los demás miembros de la banda, destacados componentes de la escena neoyorkina. Rotondi y Farnsworth forman parte del grupo One for All desde su fundación en 1996, y Webber se ha sumado a ellos recientemente. Stewart, por su parte, nació en Toronto (y comparte raíces musicales con Miano, que comenzó allí sus estudios musicales), pero se ha abierto camino en Nueva York, con numerosas grabaciones y actuaciones en clubes como Small's. Tanto Stewart como Rotondi han protagonizado cedés para Sharp Nine o Criss Cross, dos sellos independientes muy atentos al mainstream contemporáneo, al jazz que sigue enraizado en la escuela del hard bop.

Al oyente le queda la sensación de haber asistido durante cincuenta minutos al encuentro de unos viejos amigos que conocen el secreto del jazz y disfrutan compartiéndolo.
jorge garcía


y este fue el poema que aprendimos juntos

El pianista del Metropol (1985)

Soy el último en salir del Club
todas las noches el portero
hosco y tenebroso
me lanza una mirada cómplice
desde sus pequeños y sanguíneos ojos.
Me da miedo y sin embargo
tiene algo que nos hace parecidos
Media hora más tarde
nos habremos olvidado.

No recuerdo cuanto tiempo llevo
trabajando en este local,
ahora tomo la última copa
en cafeterías del centro
donde otros desayunan y observan
como fantasmas que han logrado
sobrevivir la noche.

Nunca nadie me pidió que repitiera tema alguno
todas las noches las mismas melodías
todas las noches el mismo murmullo indiferente.
Al principio esperaba inquieto
el sobresalto inesperado de algún cliente
el brillo tímido de la mujeres
cuando tintinean los martinis
sobre la arqueología de sus lápices de labios.
Con el tiempo he aprendido
a sostener las notas cuando alguien mira
sobre la curva de mi espalda.

Al término de la actuación me siento en la barra
observo como los camareros retiran las mesas
y las chicas apuran las últimas copas
de sus fugaces protectores.
Para mi no hay prisa por llegar a casa
a veces la distancia es complaciente conmigo
y acabo durmiendo en lugares que con el tiempo olvido.
La rutina es peligrosa
- me suelo repetir -
hace olvidar lentamente
y cuando despiertas
el sueño es como un amor desconocido
llorando en tus rodillas
momentos antes de la nostalgia.

En la pared de mi habitación
cuelga una fotografía de Bill Evans
conservo todas sus grabaciones
como si fueran pequeños tesoros
de los que sólo yo soy testigo.
He llegado a pensar que únicamente
me interesan las cosas pequeñas
que sin darme cuenta van creciendo
a mi alrededor como buscando
una pared a la que asirse con fuerza.

Esta es una ciudad pequeña
y el tiempo pasa lentamente
nada dejé atrás
nada espero
he llegado a olvidar mis propias ambiciones
y aún así cada noche
algo extraño me sucede al entrar en el Club.
Hace tiempo que no recibo cartas
incluso yo he dejado de escribirlas
la mayoría de las personas con quienes hablo
ya no tienen nada nuevo que contarme.
He pagado con creces mi deuda a la memoria
y al futuro no le exijo réditos
sé lo que es el miedo
la sensación de no sentir
el vacío
la vertiginosa ausencia de un cuerpo.

La semana pasada escondí en el armario
el espejo del cuarto de baño
al descubrir que siento
terror al mirarme a los ojos.
Veo insectos y lagartos
abriéndose camino en las grietas bajo el muro,
buscando desesperados,
buscando,
y al calor de la noche
en mis viejas heridas
encuentran refugio.
Me han llegado a recomendar que compre
un televisor para no estar
tanto tiempo solo.
Pero el problema no es ese
el problema es que “yo
- como decía Rimbaud – es otro”.

Sólo soy un pianista
nunca conseguí nada de lo que me propuse
si he amado ya no lo recuerdo
lejos de aquí existe una ciudad
donde otro pianista interpreta
sin mirar al público
el perfume de alguna mujer.

Ayer no acudí al Club
tardarán un par de días en averiguar
que ya no volveré.
Estoy en la estación Central
he abandonado el apartamento y camino
llevo la foto de Bill Evans en el bolsillo
me gustaría llorar por algo antes de subir
excitarme agitado tras la ventanilla
cerrar los ojos inclinándome en el asiento
y olvidar sin demasiado esfuerzo
todos estos años.

Soy el último en salir del Club
el último cuando el amor interpreta
el pianista del Metropol.

u.s.